Los designios de Dios hicieron que FRANCISCO BLANCO NÁJERA y M. SOLEDAD DE LA CRUZ se conocieran en la ciudad española de Córdoba, lo que propició el poder hacer realidad un deseo compartido por ambos, era el momento de “hacer algo nuevo”, y empiezan a dar forma al proyecto de una nueva Fundación que garantizara UNA EDUCACIÓN CRISTIANA A LOS POBRES, así como a las jóvenes obreras.